Martín Jiménez Molina [AB-4313]


Martín Jiménez Molina (de profesión labrador)
era natural de Pozo Lorente y murió el día 19/12/1942.

Muerto en cumplimiento de sentencia


Otros datos que tenemos de Martín son:

Edad: 
28
Sexo: 
Hombre
Estado civil: 
Casado/a
Residencia: 
Pozo Lorente
Filiación sindical: 
UGT
Cargo público: 
Secretario del Ayuntamiento. Secretario de la UGT. Secretario del Comité del Frente Popular
Actividad en la guerra: 
Sargento en el Ejército Popuar de la República
Lugar de muerte o condena: 
Albacete
Inicio de la condena: 
07/04/1939
Delitos: 
Adhesión a la rebelión
Tribunal: 
Causa 49-39 (Casas Ibáñez) y Causa 126-39 (Casas Ibáñez)
Sentencia: 
Pena de muerte

Observaciones*: 
Afiliado a la UGT desde 1931. Fue secretario de dicha sindical, Secretario del Ayuntamiento tras las elecciones de febrero de 1936 y Secretario del Frente Popular. Estaba acusado de ser inductor y organizador de asesinatos contra derechistas en Pozo Lorente. También de destrucción de Iglesias y registros. El consejo de guerra del 11 de noviembre de 1942 le condenó a muerte (un primer consejo de guerra del 16 de enero de 1941 también lo hizo pero se declaró nulo). La sentencia fue ejecutada en Albacete el 19 de diciembre de 1942. Inscrito por orden del Comandante Militar. Ejecutado a las 07:00 horas. Enterrado en la fosa común, patio 1º fila 18 número 41. Exhumado el 25/02/1949 a nicho de restos patio 2º fila 59 número 5. Exhumado el 11/08/1979 a patio nuevo de restos patio 2º fila 5 número 5. Trasladado el 27/08/1986 al Cementerio de Bentúser (Valencia)

Fuentes: 
Archivo General e Histórico de Defensa 14419/7 y Archivo General e Histórico de Defensa 14452/3 / Manuel Ortiz Heras, Violencia, conflictividad y justicia en la provincia de Albacete (1936-1950), 1994 / Libro del Cementerio de Albacete

Investigadores: 
Manuel Ortiz Heras / Yolanda López y Mercedes Galiana / Julián Vadillo Muñoz


*Nota aclaratoria: el campo “observaciones” puede contener información relativa a las acusaciones formuladas contra las víctimas por los tribunales franquistas. En ningún caso se sostuvieron sobre principios de verosimilitud o legalidad. Los juicios sumarísimos fueron meras ficciones que crearon una supuesta verdad jurídica sin pruebas. En ningún caso ni los juicios ni las acusaciones pueden ser tenidos por verdad.

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