José Antonio Fernández Amador [AB-2040]


José Antonio Fernández Amador (de profesión arquitecto)
era natural de Albacete y murió el día 11/04/1940.

Muerto en cumplimiento de sentencia


Otros datos que tenemos de José Antonio son:

Apodo: 
"El Insurrecto"
Edad: 
44
Sexo: 
Hombre
Estado civil: 
Viudo/a
Residencia: 
Albacete
Filiación sindical: 
UGT (durante la guerra)
Cargo público: 
Delegado de Abastos
Lugar de muerte o condena: 
Tapias del cementerio de Albacete
Inicio de la condena: 
25/04/1939
Circunstancias: 
Se celebró el consejo de guerra el 9 de noviembre de 1939, haciéndose firme la sentencia el 16 de marzo del año siguiente.
Delitos: 
Adhesión a la rebelión
Tribunal: 
Causa nº 763-39 (Albacete)
Sentencia: 
Pena de muerte

Observaciones*: 
Miliciano armado en los primeros momentos de la guerra: el día 27 de julio de 1936 se presentó en la Casa del Pueblo, donde le proporcionaron un fusil para el desempeño de guardias y vigilancias, actividades que realizó hasta el mes de octubre en que salió con todas las milicias a Alcázar de San Juan (Ciudad Real), donde permenecieron quince días antes de salir hacia Madrid, sector de Pozuelo de Alarcón, donde fue herido, regresando a Albacete, donde fue designado como Inspector de Refugios hasta que de estos se hizo cargo la DECA. Los informes indican que ingresó en el Cuerpo de Carabineros y que fue también Delegado de Abastos. Inscrito por orden del Comandante Militar. Ejecutado a las 06:00 horas. Enterrado en la fosa general, patio 3º fosa 5 número 24. Exhumado el 10/02/1948 a nicho Santa Catalina patio 2º fila 17 número 3

Fuentes: 
Archivo General e Histórico de Defensa, caja 14572/4 / Manuel Ortiz Heras, Violencia, conflictividad y justicia en la provincia de Albacete (1936-1950), 1994 / Libro del Cementerio de Albacete / Paco Fernández, bisnieto de la víctima

Investigadores: 
Manuel Ortiz Heras / Yolanda López y Mercedes Galiana / Lucía Crespo Jiménez


*Nota aclaratoria: el campo “observaciones” puede contener información relativa a las acusaciones formuladas contra las víctimas por los tribunales franquistas. En ningún caso se sostuvieron sobre principios de verosimilitud o legalidad. Los juicios sumarísimos fueron meras ficciones que crearon una supuesta verdad jurídica sin pruebas. En ningún caso ni los juicios ni las acusaciones pueden ser tenidos por verdad.

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